Les escribo desde Perú donde tenemos varios proyectos, uno de los cuales es la creación de una escuela en el sur del país para la educación de niños y adolescentes de ambos sexos. Comenzamos a trabajar en este proyecto hace varios años, pero por falta de fondos la construcción de la Escuela se ha estancado y todo a quedado en un estado medio terminado. Ahora, en 2017, espesamos tarrajear (enlucir, estucar) el proyecto y continuar hasta que los edificios estén terminados y totalmente equipados.

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Como ustedes probablemente saben, la Iglesia siempre ha estado interesada en la educación. Fue gracias a la Iglesia que se fundaron las grandes universidades medievales de Europa. Ha sido gracias a la Iglesia que en los Estados Unidos todos los niveles de educación se han ofrecido a todos los niveles de la sociedad, mientras que los niños pobres han sido educados en países de todo el mundo. Es probablemente cierto que el mayor educador único del mundo es la Iglesia Católica, y aunque en la mayoría de los países el Estado se ha asumido la tarea de educar a la juventud, es cierto que todavía hay un papel importante que la Iglesia puede Y debe jugar. La Fraternidad Sacerdotal de San Miguel Arcángel siente un llamado a participar en esta empresa.

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Es legítimo preguntar por qué la Fraternidad debe estar preocupada con este proyecto educativo en Perú. Aunque el Estado acepta oficialmente la responsabilidad de la educación, no cuenta con recursos suficientes para garantizar un alto nivel a todos, por lo que existe un grave peligro de que las capas más pobres de la sociedad sigan siendo marginadas como siempre lo han sido. Además, el Estado ha estado imponiendo un currículo escolar que está influenciado por una ideología que va en contra de la enseñanza y las creencias católicas. Por ejemplo, el Estado desea imponer una teoría de género en la que no haya diferencia entre hombre y mujer. Obviamente, con respecto a los Derechos Humanos, la Iglesia promueve la igualdad entre los sexos, pero decir que no hay diferencia entre los sexos es fomentar la confusión y la falsedad.

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Es a la luz de estas consideraciones que la Fraternidad siente un llamado a participar en la educación de la juventud en el Perú, sobre todo entre los miembros más pobres de la sociedad, y le pide su apoyo en esto.